jueves, 7 de abril de 2011

A perro flaco...

De un tiempo a esta parte, la hermandad de La Exaltación parece estar maldita. De hecho, lleva siete años exiliada en San Román por unas obras en Santa Catalina que tardaron un mundo en empezar y a las que, incluso ahora, todavía no se le ve el final. Por ello, sus últimas salidas procesionales han tenido lugar desde Los Terceros, donde La Cena les ha dado cobijo. Pero, como las desgracias nunca vienen sólas, la cosa ha vuelto a complicarse en los últimos días, durante el montaje de los pasos en el templo de la calle Sol.

Y es que en la iglesia cuenta que la visita de unos inquilinos tan peculiares como molestos. Se trata de un grupo de palomas que se han instalado en su interior y que sobrevuelan por allí sin parar, convirtiéndose en una seria amenaza para los dos pasos de La Exaltación y los tres de La Cena. Así, no es de extrañar que ambas hermandades hayan decidido colocar unos plásticos a modo de improvisado tejado para que ninguna de las imágenes puedan sufrir las consecuencias de estar expuestos a un animal tan bello como molesto.

Pero, por si fuese poco, por el templo también se mueve 'como Pedro por su casa' un gato que parece querer de su parte para solventar el problema de las palomas, pero que, por contra, tampoco está facilitando la labor de los priostes de las dos corporaciones, que están viendo como el montaje de los pasos está yendo más lento de lo deseado, aunque, bien es cierto, que todo estará listo sin problemas para los días grandes, que cada vez vemos más cerca.

Con todo ello, queda claro que, como dice el refrán, "a perro flaco todo se le vuelven pulgas", ya que a la corporación de Santa Catalina no paran de surgirle problemas que, incluso, afectan también ahora a la cofradía que le ha tendido la mano para que puedan salir sin ningún tipo de problema cada Jueves Santo. Sólo queda esperar que la suerte cambie pronto y que la normalidad regrese a una corporación en la que la mala fortuna parece haber sacado papeleta de sitio en los últimos años y sin ganas de dejar de lucir su túnica blanca de cola y su capirote morado.

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