martes, 24 de enero de 2012

El Papa de Sevilla

La huella que dejó Juan Pablo II en Sevilla es innegable. Fue el primer Papa que visitó nuestra ciudad, el que elevó a los altares a una de las devociones hispalenses, Santa Ángela, y uno de los pontífices más carismáticos de la historia. Ahora, ya beato, la capital andaluza sigue acordándose de él. No en vano, pronto habrá una estatua en su honor en la plaza Virgen de los Reyes (recuérdalo aquí). Pero no será, ni mucho menos, la única imagen que lo recordará en nuestra ciudad.

De hecho, el Arzobispado ya ha dado su permiso para que haya una en Triana. Concretamente en San Jacinto, en la capilla de La Estrella. Saldrá del vecino taller de Navarro Arteaga y completará, junto a Santa Justa y Rufina (ya hablamos de ello aquí), la terna de nuevas incorporaciones al recoleto templo de la corporación del Domingo de Ramos. Es más, incluso es probable que no sea la única imagen del beato en la orilla más marinera de Sevilla, ya que en Pureza La Esperanza de Triana estudia seriamente darle cobijo a otra en la Capilla de los Marineros.

Probablemente, habrá más que secunden el ejemplo en breve, puesto que el legado del 'Papa Viajero' sigue estando muy presente entre todos nosotros pese a que se vayan a cumplir ya siete años desde su fallecimiento. Pero aquí, en nuestra ciudad, nadie le ha olvidado e, incluso, muchos están haciendo suya la devoción hacia su figura. Porque nadie nos abandona jamás sin, como ocurre con Juan Pablo II, el resto sigue sintiéndolo como si siguiese vivo, como si nunca se hubiese ido. Y es que él pudo dejar de ser el Papa de Roma, pero nunca dejará de ser el de Sevilla.

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