viernes, 17 de septiembre de 2010

Como si fuera una Madrugá

Sevilla vive hoy un particular Jueves Santo. No lo marca ni el calendario, que no tiene reparos en hacernos ver que estamos en pleno mes de septiembre, ni las mantillas y trajes de chaqueta por las calles, pero sí la víspera de una noche que será tan mágica como irrepetible. En este caso, estaremos huérfanos de pasos en Alfonso XII, San Lorenzo, la Magdalena, Triana y el Valle, así como tampoco disfrutaremos de diálogos entre varales y bambalinas junto al Arco, pero desde allí, a cielo descubierto, saldrá a pasearse por las calles de su barrio antes de llegar al Estadio de la Cartuja La Macarena.

Lo hará a partir de las 3.00 horas, entre un gentío que no dejará escapar la ocasión de poder contemplar una estampa histórica que no se repetía desde hace más de 60 años. Como siempre, las marchas del Carmen de Salteras y los gritos de "Guapa, guapa" podrán la banda sonora a una procesión que no cogerá por Resolana, sino que tomará, nunca mejor dicho, por la calle de enmedio, Sánchez Pizjuán, para buscar el Alamillo y cruzar, por primera vez en la historia, un río que vestirá más que nunca de Verde Esperanza. Así, en torno al amanecer, la Señora de San Gil llegará al Estadio, donde presidirá la ceremonia que convertirá en beata a Madre Marría de la Purísima, mientras que Santa Ángela, desde arriba, no se perderá detalle y dará la bienvenida a la monja a la eternidad.

Después, ya por la tarde, la ciudad vivirá su particular mañana de Viernes, empezando no en el centro, sino en la otra punta del callejero. Así, tras vadear de nuevo el río por el mismo puente, el paso irá rumbo a la glorieta de San Lázaro, donde torcerá por Doctor Fedriani para avanzar hacia el hospital que lleva el nombre de la Señora. Allí, la Virgen ejercerá de enfermera y evitará que mucho de los internos en el centro derramen lágrimas por sus dolores, puesto que, en su mayoría, lo harán por verla tan cerca. Y de ahí, de nuevo a la basílica, donde, en principio, debe entrar sobre la una de la madrugada, aunque, sabido es por todos, que, a buen seguro, todo se demorará mucho más, puesto que Sevilla tiene muchísimas ganas de disfrutar de Ella en la calle y Ella de su gente.

De este modo, es imposible que hoy no miremos el reloj pendientes de lo que falta para que, por unas horas, la ciudad vuelva a respirar aires de Madrugá. Vivimos una particular víspera en la que todas las miradas vuelven a estar fijas en un Arco y en una basílica llena a rebosar. Allí, la presencia del Señor de la Sentencia en el altar mayor y, sobre todo, la de La Macarena en su paso nos revelan que algo histórico está a punto de tener lugar. Es la magia de las horas de la mañana en las que nada sucede a la luz del día, en las que todo, absolutamente todo, puede pasar.

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