lunes, 20 de septiembre de 2010

Se nos fue de las manos

Sin duda, la actualización de hoy puede ser de las más impopulares que se han publicado en este blog, pero, igualmente necesaria. Sobre todo, porque la procesión extraordinaria de este fin de semana de La Macarena debe invitarnos a una reflexión profunda sobre hacia dónde van nuestras cofradías. Porque está claro que una beatificación de una Hermana de la Cruz es causa más que suficiente para que la hermandad, tan vinculada a la orden, se plantease salir. Al respecto de eso no puede ni debe haber dudas, pero sí en relación a cómo se hizo.

Porque, para empezar, ¿era necesario que la Virgen fuese a la ida con música? Inicialmente se habló de ir en Rosario de la Aurora, en medio de un clima de recogimiento y sobriedad que contrastara con el regreso, glorioso y por todo lo alto. Sin embargo, se optó porque el Carmen de Salteras tocase tanto camino a La Cartuja como de vuelta a casa, haciendo de una dos salidas extraordinarias y, por qué no decirlo, que la procesión tuviese mayor reclamo si cabe. Pero, ya dentro del estadio, ¿era realmente imprescindible procesionar por dentro como si se estuviese en la calle? ¿no se podía haber hecho el traslado a la 'capilla' del campo tras la misa y sin público? ¿No son ganas de acaparar protagonismo de manera gratuita?

Y después, a la vuelta, de nuevo la calle Resolana se convirtió, una vez más, en un improvisado plató en el que la televisión no estuvo al servicio de lo que ocurría, contándolo sin más, sino al contrario. De ese modo, pudo verse totalmente preparado cómo se abría la puerta o un abrazo entre el hermano mayor de La Macarena y el de la Esperanza de Triana tan forzado como falto de naturalidad. ¿A qué viene querer escenificar lo que de verdad ocurre de manera natural? ¿A qué jugamos?

Sin duda, estaba claro que a salida de La Macarena iba a eclipsar a cualquier cosa que sucediese a su lado, pero que también, por su importancia, iba a servir para ver más claramente que en cualquier otra las cosas que estaban bien y las que no. En este sentido, el segundo apartado gana por goleada al primero, puesto que todo se fue de las manos, con una falta de medida que hacía paradójico que las cosas estuviesen vinculadas a una orden como la de las Hermanas de la Cruz que destacan por su sencillez y humildad. Pero aquí, brillaron por su ausencia. Todo fue una maratón de sinsentidos que difuminaban por completo el sentido original de la salida.

Y no es cuestión de cebarse con esta salida, porque ejemplos de cosas mal hechas los hay a puñados en los últimos tiempos. Por ejemplo, la maratón de la Esperanza de Triana en su extraordinaria de hace poco más de un año o el pasódromo que tenemos preparado para dentro de once meses en Madrid. ¿A dónde queremos llegar con esta dinámica? ¿De verdad no se pueden hacer las cosas de otra manera? ¿Por qué las cofradías ponen en bandeja a sus críticos argumentos para que actúen en su contra?

El problema es que aunque las motivaciones iniciales de estas salidas sean legítimas y de peso, el fallo está en cómo se llevan a cabo, que es el punto en el que se pierden de vista los orígenes y se avanza hacia una exageración que no conoce límites ni cortapisas. Parece como si las cofradías compitiesen para ver quien la hace más gorda, sin caer en la cuenta de que ellas, como la mujer del César, no sólo tienen que ser honestas con sus principios, sino también parecerlo en todo momento.

1 comentario:

  1. tienes toda la razon!! uno de los mejores articulos ke e leido!!

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