jueves, 2 de septiembre de 2010

La seguridad del Señor de Sevilla

Era de esperar. El ataque al Gran Poder de hace mes y medio (leelo aquí), sigue trayendo consecuencias en la forma de culto al Señor de Sevilla. La primera, se lleva experimentando desde julio, cuando, cada viernes, un vigilante custodiaba el camarín mientras se producía el besapiés de la talla (puedes verlo aquí). Sin embargo,esta medida ha resultado insuficiente para los objetivos de la hermandad, que querían volver a la normalidad previa al suceso, pero teniendo blindada la seguridad del Cristo.

Por ello, en breve se acometerá una renovación de la mampara de cristal blindado que protege a la obra maestra de Juan de Mesa en la trasera de su altar. Ésta, que hasta ahora llegaba a la altura de la cintura del Señor, se elevará a partir de ahora hasta el metro y medio, dejando por encima sólo 40 centímetros de la talla, que alcanza el 1,90. De este modo, la posibilidad de que alguien escale por el camarín y se sitúe junto a la imagen es más que remota.

Así, los fieles podrán volver a besar el talón del Hijo de Dios cada día y no sólo los viernes, como sucedía desde aquel domingo en el que San Lorenzo se quedó sin pulso por una agresión tan desproporcionada como absurda. En cualquier caso, habrá que ver si las reformas para la seguridad del Gran Poder, al igual que la de otros titulares de nuestra Semana Santa, continúan por otras vías e, incluso, incluyen cambios en relación a las salidas. De este modo, quien sabe si los inhibidores de móviles de algunos pasos no dejan su sitio a otros mecanismos mucho más avanzados y eficaces. Y es que, la prudencia, cuando no el miedo, está haciendo a las hermandades tomar conciencia de un nuevo decorado que no pinta demasiado bien. Porque si Sevilla, desgraciadamente, está cambiando, mejor será ir mutando con ella, tomándole, si puede ser, la delantera.

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