lunes, 13 de septiembre de 2010

A los sones de El Llamador

Hay personajes que siempre asociamos con la Semana Santa. Obviamente, en este sentido tienen una importancia capital las figuras relacionadas con las cofradías, como los costaleros, nazarenos, capataces, etc. Pero también hay otros que, sin ser parte de ninguna hermandad en concreto sirven para dar color y olor a la ciudad durante esos días. Así, una figura que resulta capital para esos días y que, incluso, llega a formar parte de la pandilla de cada uno cuando va a salir a ver pasos es la que forman un grupo de periodistas que llevan más de dos décadas dándonos compañía e información en las bullas, que nos han contado a muchos como se recogían las hermandades más tardía cuando, por edad, teníamos que estar en la cama o que son cada año capaces de llevar la Semana Santa más allá de las calles del centro, a puntos en los que sólo se ve un centro de trabajo o, en su defecto, un hospital.

Nos referimos a los miembros del equipo de El Llamador, auténtico referente radiofónico de lo que muchos llaman ya el 'Periodismo Morado' y que recogió el testigo del ya mítico Saeta de la Cope. Así, voces como las de las 'Charos', Padilla y Jiménez, López de Paz, Linde, Cattoni, Chema Suárez, Manolo Gordo y compañía forman desde hace años parte indisoluble de la banda sonora de la Semana Santa. Porque, ¿quién no ha recurrido a ellos cuando el cielo se vestía de ruán negro en lugar de terciopelo azul?, ¿o se ha vestido un Domingo de Ramos escuchando sus voces por la radio?, ¿o no ha hecho cola para conseguir su edición en papel?, ¿o ha gozado de su compañía a través de las ondas cuando ha sido imposible ir con alguien al lado?, ¿o incluso con más gente?

Así, se han convertido en uno más de la pandilla a la hora de salir a ver pasos, o en un elemento más de las Vísperas cuando aparece el programa en la parrilla de Canal Sur Radio a diario. Porque si la experiencia es un grado, tras 21 un años a pie de cofradía y micro en mano, no existe mejor crónica de los días grandes que la que hacen durante ellos desde la salida de la primera hasta la entrada de la última a diario. Con ellos, hemos aprendido a catalogar las cosas en el mundo de las cofradías con ciriazos o sahumerios, a seguir la información de las hermandades contada de otra manera, mucho más simple y exenta de artificios literarios; nos hemos acostumbrado a los pregones imposibles de Cattoni y, sobre todo, a esperar que el sonido de este Llamador no sirva para acabar chicotás, sino para que la cofradía que forma Sevilla entera siga siempre andando.

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