jueves, 23 de junio de 2011

Corpus Christi

Pocos días tienen tantísima importancia y se viven con tantísima intensidad en Sevilla como el de hoy. Porque llegamos al "tercer jueves del año que reluce más que el Sol", con más ganas que nunca, porque la lluvia nos dejó sin el primero (el Jueves Santo) y el segundo (el día de la Ascensión) volvió a pasar delante de nuestros ojos como casi siempre, sin pena ni gloria. Así, con un programa de lo más cargadito, en el que casi nos faltarán horas para disfrutarlo todo, la ciudad vuelve a reencontrarse con uno de sus días más grandes, en el que el centro vuelve a ser el epicentro de las emociones cofrades y en el que prácticamente no nos faltará de nada.

De ello se encargará la procesión del Corpus, que se pondrá en la calle entre el sonido añejo de las campanas de los niños carráncanos y con los primeros rayos de un astro rey que ya estará en su particular palco para no perderse detalle. A partir de ahí, desfilarán los principales santos de la ciudad: Santa Justa y Rufina, San Leandro, San Isidoro, Santa Ángela de la Cruz y San Fernando, que precederán a la Madre de Dios, encarnada en la Inmaculada; el propio Niño Jesús que salió de la gubia de Martínez Montañés y las dos Custodias, la pequeña y la de Arfe, única capaz de desafiar los cánones sevillanos y andar sobre ruedas y no al paso que marquen costaleros. Entre medias, representaciones de todas las hermandades de la ciudad, que darán sentido a esa afirmación que reza que ésta es la cofradía de todas las cofradías.

Y cuando el kilométrico cortejo catedralicio vuelva a casa, los aires de Domingo de Ramos desafiarán al recién estrenado verano, con el misterio de La Cena emprendiendo el camino de vuelta a una iglesia de Los Terceros que abandonó a última hora de la madrugada para llegar a un Palacio Arzobispal donde no le han dejado estar más tiempo que el estrictamente necesario. Algo más, y hasta que la luna comience a insinuar su presencia, estará en el Ayuntamiento la Hiniesta Gloriosa, cuyo regreso a San Julián pondrá el broche de oro a una jornada para recordar, que comenzó en la tarde anterior y que, incluso, tendrá su epílogo el próximo domingo en los barrios. Porque así vive Sevilla su Corpus Christi, uno de esos días que vienen marcados a rojo fuego en su calendario.

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