lunes, 13 de junio de 2011

Un día en plena noche

En clave cofrade, la noche tiene una magia especial, sobre todo porque los pasos no lucen igual bajo la luz de la luna que la del sol, dejando absolutamente claro que, en contra de lo que dice el refrán, que cuando las farolas han de encenderse "todos los gatos son pardos". Esto queda fuera de toda duda cada año durante la Semana Santa y, en especial, en la Madrugá. Pero también hoy incluso lejos de nuestros dominios, en la aldea del Rocío, donde sin necesidad de acudir a hechiceros ha amanecido cuando el astro rey aún no se haya asomado al cielo.

Ocurrió como manda la costumbre, a elección de un pueblo de Almonte que es quien pone las reglas en la romería más importante del mundo, decidiendo cuando Pentecostés puede celebrarse por todo lo alto, con la Madre de Dios por las calles y devolviéndole uno por uno la visita a los suyos. Y es que ni siquiera en un mediodía de agosto se puede ver la fachada de la ermita tan blanca y radiante como se pudo ver esta noche, en las que las marismas volvieron a desbordarse con una marea humana que, una vez más, provocó que el palio de la Virgen del Rocío volviese a desafiar las leyes de la gravedad para que unos pocos privilegiados pudieran tocarla, pudiéndole pedir al oído lo que necesitan.

Porque hoy, aunque el calendario nos hable del Espíritu Santo, los Apostoles e incluso San Antonio, la verdadera protagonista es Ella, desafiando incluso los postulados de la física, puesto que provoca que para muchos la jornada acabe cuando al filo de la hora del almuerzo, con el mercurio subiendo y el sol campando a sus anchas en el cielo. No en vano, es un milagro que se repite cada año, cuando la primavera se va vistiendo de verano, con una vigilia diferente y tan intensa que no tiene parangón. Y es que hoy la madrugada se convirtió más pronto que nunca en día, justo cuando Almonte se erigió de nuevo en el referente mundial para todo aquel al que le gusten las cofradías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario