Seguimos gafados

Definitivamente, este 2011 pasará a la historia por ser el año que más disgustos nos ha dado en clave cofrade. No en vano, al desastre de Semana Santa que hemos tenido, marcada por la lluvia y las suspensiones de salidas procesionales (recuérdalo aquí), se unió ayer el desfile más accidentado que se recuerda de la Virgen del Rocío, que tuvo que volver a su templo de manera precipitada al romperse un varal de su palio sin posibilidad de que pudiese ser arreglado en el acto. Así, el sol se quedó con ganas de verla fuera de su templo, a excepción de los primeros rayos que hicieron acto de presencia cuando la Blanca Paloma se despidió de los suyos hasta el año que viene.

El incidente ocurrió cuando el paso se encontraba en la calle Las Carretas, justo a la altura de la casa hermandad de la corporación de Moguer. Allí, un fuerte golpe en el costado derecho del palio provocó que el varal delantero de ese lado fuese dañado, lo que motivó que la hermandad matriz decidiese parar momentáneamete la procesión para subsarnalo. Sin embargo, el problema era mucho más grave de lo esperado, ya que, incluso, la pieza corría un serio riesgo de caer desprendida, razón por la cual no hubo más remedio que deshacer lo andado y buscar con la mayor celeridad posible la ermita, a la que se llegó a las 8.15 horas sin que, afortunadamente, hubiese ningún tipo de contratiempo más.

De este modo, mucha hermandades no pudieron recibir su visita y volvimos a ver caras desencajadas por la desilusión, la tristeza y el nerviosismo, como las que por desgracia contemplamos hace un par de meses en Sevilla. Y es que ha cambiado el decorado y el momento, pero no la suerte, porque de nuevo, tras haber esperado tantísimo, nos hemos quedado con la miel en los labios, con la idea de lo que pudo ser y no fue, y conscientes de cómo queda por delante casi un año entero para disfrutar lo que la fortuna nos ha privado en lo que llevamos de año. Al menos, queda el consuelo de pensar que quedan seis meses por delante para que las cosas mejoren, aunque lo que ya se ha ido no volverá hasta que de una vuelta completa el calendario.