domingo, 28 de marzo de 2010

Llegó el día

Ya está aquí. Se acabó la cuenta atrás. Como cada año, Sevilla se vuelve a encontrar con su día más esperado, ése que  nunca falta a su cita para anunciar la primavera y despertar a la ciudad de su letargo. Hoy, por fin, es Domingo de Ramos, el día del estreno de una nueva Semana Santa, el del fin de un camino que iniciamos hace cuarenta días entre nubes plomizas y lluvia y que finalizamos con olor a incienso y azahar. La capital hispalense vestirá sus mejores galas para abrir los días grandes, algo que hará más temprano de lo habitual, ya que a las 12.30 horas La Paz se pondrá rumbo a la Catedral. En su recorrido, tanto el misterio del Señor de la Victoria como el palio de la Virgen de la Paz volverán a pasar un año más por el Parque de María Luisa, repitiendo así, una vez más, una de las escenas más características de esta jornada.

Hoy será también el día de los niños o, mejor dicho, de su cofradía: La Borriquita, que protagonizará dos estrenos. El primero, el de ver a las primeras nazarenitas en su cortejo. El segundo, como no, el de la Carrera Oficial en esta Semana Santa de 2010, en la que volverán a escucharse los sones de una agrupación musical que debutará de nuevo 30 años después. Se trata de la de Jesús Despojado, que acompañará al misterio de la corporación de Molviedro desde la salida hasta la Catedral, siendo relevada después por su heredera, Virgen de los Reyes. Le seguirá el palio de la Virgen de Dolores y Misericordia, que un año más volverá a obrar el milagro de salir sin rozar el dintel de la pequeña puerta de su capilla.

En los Terceros, se volverá a celebrar una Cena a las 15.45 horas. Será esa que instauró hace casi dos mil años el sacramento de la Eucaristía y que Sevilla recrea con el Señor de Sebastián Santos y el apostolado de Ortega Brú. En el mismo sitio, se vivirá también el primer silencio de la tarde, el que acompaña a su paso al Cristo de la Humildad y Paciencia. Un mutismo que se convertirá en algarabía junto al palio de la Virgen del Subterráneo, que al compás del movimiento de sus varales paliará, en algo, la tristeza que desprende la iglesia de Santa Catalina. El barrio de San Julián verá en la calle a su vecina más ilustre y sevillana, la Virgen de la Hiniesta. La misma que bajo su advocación de gloria apareció en Cataluña diciendo que era de la vera de la Puerta de Córdoba y que comparte lágrimas con la Magdalena por el Cristo de la Buena Muerte. Mientras, en la plaza de Carmen Benitez, lo clásico se hará nuevo con el Señor de las Penas de San Roque, que antecederá al que dicen es el palio que mejor suena, el de la Virgen de Gracia y Esperanza.

Y al llegar la media tarde, Triana llegará a Sevilla. Lo hará con el izquierdo por delante, con sones flamencos y al compás que marquen los costaleros del misterio de las Penas. Después, llegará una Estrella que cambió el Cielo por San Jacinto y entre diálogos de bambalinas y varales por las calles se pasea. El contraste estará en San Juan de la Palma, donde el Silencio Blanco sólo quedará roto por la cornetería que anuncia a un Señor callado al que Herodes desprecia y los sones de Amargura que taparán una conversación entre el evangelista y María al final de la calle Feria.

Pero para contrastes, los que se vivirán al caer la noche en El Salvador. Allí, del júbilo de La Borriquita se pasará al recogimiento del crucificado del Amor, que no necesita más música que la del rachear de los pies de sus costaleros y las saetas que se van desgranando a su paso. Tras Él vendrá la Virgen del Socorro, que bajo un techo de malla observará el cielo radiante de un nuevo Domingo de Ramos, ése que hace 40 días nos parecía tan lejano. El mismo que, afortunadamente, ya tenemos entre nuestras manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario