jueves, 11 de marzo de 2010

A su imagen y semejanza

Impactante. Ése es el adjetivo que mejor se ajusta a la última obra del profesor Miñarro. Una talla que se aleja por completo de los cánones establecidos, que no busca la belleza estética sino desentrañar el sufrimiento del hombre que, según las Escrituras, fue Jesucristo en toda su crudeza. Una trabajo que es el resultado de una profunda y multidisciplinar investigación que ha tratado de recrear en tres dimensiones la imagen que aparece grabada en la Síndone de Turín, algo que, está fuera de toda duda, ha conseguido con creces.

De hecho, y aunque ayer marchó rumbo a Córdoba, ya ha dejado una profunda huella en Sevilla. No hay quien la haya visto, aunque sea mediante fotografías, y se haya quedado igual que antes, ya que se trata de la obra más realista de cuantas, hasta la fecha, hemos conocido. No le faltan ni uno sólo de los 120 latigazos que recibió Cristo, ni la fractura en la nariz y el moratón en el ojo derecho que, según la Sábana Santa, ocasionaron en su rostro la tortura. Tampoco la falta el vientre hinchado por una muerte causada por la asfixia, ni los 36 puntos sangrantes en la frente provocados por la corona de espinas, ni el líquido seroso de las heridas, ni la sangre en la boca, ni las lágrimas en los ojos tras expirar...

Se puede decir, por tanto, que es una talla realizada, totalmente, a imagen y semejanza de aquel galileo que hace casi 2000 años cambió la historia. Alguien que, pese a su carácter divino, sufrió en sus carnes como lo haría cualquiera de nosotros si pasásemos por lo mismo. No se trata de un sadismo gratuito, como pueden defender quienes critican su extrema dureza, sino de querer llegar más lejos de lo que lo hicieron los Martínez Montañez, De Mesa o Ruiz Gijón, mostrándonos a Cristo tal y como podría haberse observado justo a aquella 'hora nona' en la que se rasgó la cortina del templo. Y es que volver atrás en el tiempo es imposible, pero a veces, con grandes trabajos como éste, uno se puede llegar a acercar muchísimo.

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