viernes, 5 de marzo de 2010

Lo que nunca podrá ahogar el agua

Sin duda, y muy a nuestro pesar, la principal protagonista de esta Cuaresma es la lluvia, que desde hace más de dos meses le ha cogido tantísimo cariño a Sevilla que no la quiere abandonar. De hecho, pocos cultos externos han podido realizarse sin problemas por el efecto de las borrascas y, por una vez, estamos teniendo que acostumbrarnos a vivir las vísperas más de puertas hacia adentro que, como pasa casi con todo en nuestra cultura, hacia afuera. Igualmente, tanta agua parece que empieza a hacer mella en el ánimo de algunos cofrades, que en vista de que los pronósticos meteorológicos no cambian comienzan a pensar que los días grandes también se mojarán.

Sin embargo, dicen que "la esperanza es lo último que se pierde", y precisamente de eso, de Esperanza, sabemos mucho en esta ciudad. Pese a los charcos, el repiquetear de las gotas en los cristales o la inseparable compañía del paraguas, Sevilla rebosa ganas de Semana Santa. Se nota en que los palcos están cada vez más cerca de tomar su forma, en los ensayos de los costaleros y, sobre todo, en las colas a las puertas de cualquier casa hermandad. Allí, decenas de cofrades esperan bajo la lluvia su turno para certificar que un año más acompañarán a sus titulares por las calles de la ciudad. Da igual que caigan aguaceros, que lleguen a su destino chorreando, que el viento les juegue malas pasadas... ellos ahí están.

Y es que puede que haya calles anegadas de agua u obras que no puedan terminarse a tiempo porque no deja de llover, pero en Sevilla siempre aparecerá la Semana Santa como horizonte de todo, más allá del mal tiempo, de que el invierno esté presente más de lo normal. Como dijo alguien una vez "no hay mayor patrimonio para un lugar que el que sus habitantes le quieran dar" y aquí sobran ganas de oler a incienso y azahar. Porque el agua puede hacer que todo a nuestro alrededor huela a humedad, pero siempre habrá cosas que nunca podrá ahogar. Ésa, sin lugar a dudas ha sido la mejor noticia de esta Cuaresma. Y, hablando de buenas noticias, por fin hemos podido despertarnos sin problema del mal sueño de quedarnos sin el Puente de Triana para esta Semana Santa. Ahora sólo resta que no llueva y reine la normalidad.

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