miércoles, 3 de marzo de 2010

Los últimos monaguillos

Una de las cosas de las que siempre ha presumido Sevilla es de su título de 'Mariana', de su arraigada devoción a la Virgen. No en vano, no hay colectivo religioso en la ciudad que no la tenga entre sus titulares, algo que ha llevado a muchos a denominarla como 'La Tierra de María Santísima'. De hecho, la capital hispalense proclamó casi dos siglos antes que Roma el dogma de la Inmaculada Concepción de María, lo que da buena cuenta del cariño que se le dispensa a la figura femenina más importante del cristianismo. Sin embargo, a pesar de ello, este hecho no ha implicado una total igualdad de derechos entre hombres y mujeres a la hora de participar en los cortejos, generando una situación de discriminación que ahora estamos a punto de dejar atrás.

Lo cierto es que hasta el primer cuarto del siglo XX no hubo una prohibición explícita para que las mujeres pudieran vestir el hábito nazareno, pero esta se mantuvo hasta 1987, cuando Vera+Cruz se pronunció a favor de ello. Al poco, otras como Santa Marta o San Esteban hicieron lo propio, lo que fue permitiendo que la presencia femenina en la Semana Santa no se redujese a las mantillas, sino que pudiera participar, y cada vez más, en los propios cortejos. Pero no fue una transición cómoda. A la lentitud del proceso se unió que en muchas cofradías se rechazó la inclusión de mujeres e, incluso, el Arzobispado recibió recursos en relación a este tema.

Precisamente desde Palacio y a principios de este siglo, Amigo Vallejo instó a las hermandades a abrirse a la igualdad de derechos de sus hermanos. Dentro de esa dinámica, en 2001, La Macarena se convirtió en pionera en la Madrugá, propulsando una nueva fase de este proceso de normalización que durante los últimos meses ha escrito penúltimo capítulo. Así, este año estrenarán nazarenas El Amor (y por consiguiente La Borriquita), Las Penas y El Gran Poder, quedando sólo por hacerlo El Silencio, La Quinta Angustia y El Santo Entierrro.

Así pues, en menos de un cuarto de siglo, las cofradías de Sevilla han pasado de una situación de completa desigualdad a una casi total aceptación de la mujer en los cortejos, puesto que, tras muchos años, se ve por fin 'la luz al final del tunel'. De hecho, en La Quinta Angustia se espera la resolución de un recurso en manos del Arzobispado que podría acabar con el veto en los próximos meses. En San Antonio Abad y San Gregorio las cosas parecen un poco más difíciles, porque la combatividad de ambas corporaciones contra la Ley del Aborto les acaparan ahora toda su atención. Aún así, la presión de sentirse como los 'últimos monaguillos' de esta particular 'procesión' podrían acelerar los trámites, salvo que decidan mantener las cosas como están como seña de identidad.

Una década antes de que las primeras nazarenas estrenasen sus antifaces, y salvando las distancias, la Semana Santa vivió una 'revolución' similar, aunque más corta, con los hermanos costaleros. Hoy, sólo dos cofradías, Santa Marta y Santo Entierro, continúan sin ellos. Ojalá no pase lo mismo con las mujeres y que en apenas unos años hablemos de que pueden salir en cualquier hermandad. Sería una bonita forma de acabar con tanto inmovilismo absurdo e instalar, de una vez por todas, la más absoluta normalidad.

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