jueves, 23 de diciembre de 2010

El fin de una era

Hace apenas unos días se nos fue uno el último representente de un taller que revolucionó la imaginería cofrade en el siglo XX, el de Antonio Castillo Lastrucci. Y es que hace justo una semana falleció José Pérez Hidalgo, más conocido como 'Pepe el Gubia', que se hizo cargo de toda la producción tras la muerte del maestro en 1967. Así pues, con su desaparición, se pone el punto y final a una época inolvidable para el mundo de los escultores hispalenses, así como a la labor de una 'empresa' que, definitivamente, echa el cierre.

De hecho, en plena época de crisis, y aunque los ingresos no habían dado la espalda al taller, este se despide de la circulación, toda vez que los aprendizes de Pérez Hidalgo, entre los que se encuentra el biznieto de su mentor, Méndez Lastrucci, se independizaron ya hace tiempo. Por ello, 'el discípulo amado' de Castillo, continuador de su obra, ha sido el último que sacó divinidad de la madera en la calle San Vicente, desde donde salieron multitud de tallas y misterios completos para Sevilla y el resto de Andalucía, incluso para la zona del levante, a lo largo del siglo pasado.

Se va así, una forma diferente de entender la imaginería, que desafió todos los límites plásticos de la iconógrafia y dotó de teatralidad y movimiento composiciones formadas por imágenes estáticas. De hecho, gracias a ese taller se cambió por completo la escultura cofrade, esa que ahora parece vivir una nueva etapa dorada de la mano de los Miñarro, Aguado y Navarro Arteaga, quienes bebieron de lo hecho por Castillo, Illanes, Buiza, Eslava y un 'Pepe el Gubia' que desde hace poco más de una semana ya sabe si el Señor de su hermandad de Los Panaderos fue como lo conoció en su adolescencia entre maderas y tallas, o si, por el contrario, tiene otra cara.

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