Por una vez, y sin que sirva de precedente, vamos a dar la razón al arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo. Y es que sus últimas declaraciones, en las que invitaba a "no encender la tele o apagarla para evitar la influencia de valores diametralmente opuestas al cristinanismo", tienen más razón que un santo, con independencia de que se tomen o no al pie de la letra. Sobre todo, porque, de un tiempo a esta parte, 'la caja tonta' raya la estupidez en sus contenidos, sin tomar en cuenta que su influencia social hace que muchos tomen sus contenidos como ejemplo a seguir.
Así, en los últimos años, ha cundido la cultura de la fama fácil, basada en unos contenidos de casquería y nimiedades que acaparan la atención de todo el país. No en vano, los quehaceres diarios de la Esteban o personajes como Rafa Mora se han convertido en el espejo donde se miran muchos jóvenes que han perdido la fe en la cultura del esfuerzo y el sacrificio. De este modo, sin militares de por medio, las cadenas han hecho suya la frase de Millán Astray de "muera la cultura", llevándola a su máxima expresión. Y todavía habrá gente que diga que para qué apagar el televisor...
Por eso, en un mundo en el que vales según lo que tengas, no está de más que, de vez en cuando, nos hagan reflexionar, no por miedo, como en la Edad Media, a un Dios castigador y capaz de 'obsequiarnos' con plagas y miles de problemas para provocar cambios, sino para retomar un camino que dejamos de andar hace demasiado tiempo. Pero claro, como no sabemos vivir sin compañía catódica, mejor acríticos que diferentes al resto. Y es que esta vez sí, monseñor, por fin ha dicho algo coherente. La pena es que para una cosa en la que acierta, no le echará cuenta la gente.
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