Estando en diciembre, la mente nos transporta, aunque no queramos, hasta la Navidad. Sobre todo porque el calendario lo delata, como también las luces en las calles o los adornos de muchos bazares y tiendas que nos invitan a redecorar nuestras casas en estas fechas tan familiares. Así, en breve, todo serán preparativos para las numerosas comidas que se celebrarán con árboles y belenes como testigos, para el reencuentro entre parientes que quizás sólo se vean cuando el año está próximo a expirar, con turrones sobre la mesa y entre copas de champagne.
Pero también es tiempo de solidaridad, de pensar en esos que no tienen nada para disfrutar de unos días que ven como si fueran cualquier otro. Y para ello juegan un papel fundamental las hermandades, que desarrollan durante todo el mes de diciembre campañas de recogida de alimentos y juguetes para que aquellos que no pueden hacer cola en centros comerciales ni gastar dinero en mantecados y mazapanes. Es el caso de la de El Valle, que se prolongará hasta el día 19 o las operaciones carretilla que muchos grupos jóvenes llevarán a cabo a lo largo de los próximos fines de semana.
De este modo, las cofradías volverán a ponerse del lado de aquellos a los que, según dijo ese Niño que esperamos que nazca cuando fue mayor, pertenece el Reino de Dios, haciendo que la hermandad y cercanía que son inherentes a estas fechas no se queden en una promesa de boquilla, sino en toda una realidad. Igual que hacen el resto del año, aunque muchos no lo noten y se queden con el brillo de varales, bambalinas y canastillas, sin llegar a nada más. Quizás si ahondaran un poco sabrían que gracias a ellas muchos pueden disfrutar de una Navidad distinta, en la que con poco que se tiene no se necesita más.
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