sábado, 18 de diciembre de 2010

Esperanza

Pocas, muy pocas palabras pueden engarzar tan bien el presente y el futuro, la realidad y los anhelos de cada cual como esta. Y pocas también, muy pocas advocaciones marianas tienen tanta importancia en Sevilla como la de la Esperanza. Lo saben en el viejo arrabal de San Gil, donde la Macarena lleva desde ayer fuera de su camarín, dispuesta a recibir a la misma altura a los miles de devotos que acudirán a su tradicional besamanos. Igual ocurre en la otra orilla, en Triana, donde la Esperanza vuelve a ejercer de anfitriona en este tipo de actos tras dos años realizándolos en Santa Ana.

Pero también, y sin cruzar el puente, en la calle Castilla, en la parroquia de La O, en la que la Virgen que da nombre a la corporación del Viernes Santo celebrará junto a los suyos su festividad. Escenas parecidas se disfrutarán en La Trinidad, donde la Esperanza robará por unas horas el protagonismo más absoluto a María Auxiliadora. Y en San Roque, que se teñirá de verde para estar en consonancia con el color que hace suyo desde siempre la Virgen de Gracia y Esperanza. O en San Martín, con una Divina Enfermera que no entiende de hospitales, pero sí de tratamientos para curar el alma.

Así, Sevilla, como marca el calendario, festejará hoy como se merece un día que no está marcado en rojo, sino en Verde Esperanza, en siete puntos diferentes que aportarán visiones distintas de una misma advocación, de un mismo nombre para la devoción mariana. Y es que antes de que, dentro de unos días traiga al mundo al mejor de los nacidos, la vieja Híspalis vuelve a rendirse a las plantas de la Virgen, volviendo a ser, una vez más, la Tierra de María Santísima.

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