miércoles, 19 de octubre de 2011

Más oro del que reluce

Porto Novo, en Benin, es un enclave situado cerca de la costa este de África en el que desde hace unos meses llegan los ecos del Lunes Santo de Sevilla. Concretamente, los del rachear de los costaleros y el crujir de la madera del misterio de la hermandad de Santa Marta, corporación que está dando la oportunidad de labrarse un futuro a muchos niños que, de otra manera, estarían condenados a vagar por las calles mendigando o cayendo en la delincuencia. Y es que como ocurre en otras muchas cofradías, la labor social de la de San Andrés va mucho más allá de lo que marcan las fronteras.

Así, de la mano de los Salesianos, a través de su asociación Foyer Don Bosco, se puso en marcha este pasado verano el taller de carpintería metálica Cristo de la Caridad, donde se están formando profesionalmente a unos setenta niños y niñas de entre los 6 y los 18 años. Además, estos alumnos reciben durante su aprendizaje asistencia completa, lo que les permite abandonar las zonas marginales y deprimidas en las que viven por un habitat mucho halagüeño para sus posibilidades de futuro.

De este modo, aún a más de 6.400 kilómetros de distancia de la sede canónica de Santa Marta, esta hermandad vuelve a demostrar que no todo el oro que reluce en el mundo de las cofradías está en los pasos o las insignias de su cortejo, sino, y sobre todo, en cómo aportan su granito de arena para cambiar el mundo. La mayoría de las veces, sin salir de la ciudad (recuérdalo aquí). Pero otras muchas también lejos, en sitios donde jamás se ha visto la Semana Santa de Sevilla ni se sabe qué es. Lo mismo da, ya que forman parte del tesoro más grande que cualquier cofradía puede tener.

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