jueves, 15 de diciembre de 2011

La Pastora de San Andrés

Diez días nos separan del de Navidad. Estamos a apenas semana y media del tiempo de las reuniones familiares, los turrones, los mazapanes, los mantecados y, sobre todo, la conmemoración un año más del nacimiento del Hijo de Dios. Esta cercanía se palpa ya claramente en el ambiente, en la decoración de calles y hogares que se van adaptando a ese tiempo que en Sevilla sirve de víspera para la Precuaresma. Y las hermandades no son menos, montando casi todas sus Belenes, aunque algunos llegan a brillar con mayor luz propia.

Es el caso del de la parroquia de San Andrés. Allí, sus dos cofradías, Santa Marta y Araceli, exhiben desde hace unos días un imponente nacimiento a tamaño real en el altar mayor en el que la corporación letífica es la gran protagonista. No en vano, su titular lo preside, ejerciendo de Virgen María y cambiando su fisonomía habitual por la de una Divina Pastora. Para conseguirlo ha contado con la ayuda de otras hermandades, que le han cedido cosas. Así, luce la aureola que le han prestado desde San José Obrero, el sombrero de la calle Amparo, la pellica que le llegó de Capuchinos, el báculo de Triana, el cíngulo de San Antonio y un borrego de Cantillana.

Así, una buena representación de las Pastoras de Sevilla y su provincia han obrado el milagro de convertir en una a una Virgen que nunca tuvo esa advocación, pero que durante unas semanas hará gala de ella con todo merecimiento. Un sueño que durará mientras los villancicos pongan la banda sonora a la ciudad y otras representaciones de María hagan lo propio en otros Belenes, como ya por ejemplo hicieron también la Divina Pastora de Triana o el Rosario de San Julián (recuérdalo aquí). Porque así es la capital hispalense, que no sabe vivir ningún momento del año si no es junto a sus cofradías.

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