domingo, 15 de abril de 2012

Detalles Semana Santa 2012 (y VI): La nueva era de los traslados

Quienes el Domingo de Resurrección de 2010 viésemos el traslado de vuelta de la hermanda de San Pablo desde el Salvador hasta San Ignacio de Loyola podemos decir que vivimos 'in situ' un momento histórico. Porque, sin darnos cuenta, asistimos al último al modo en el que Sevilla siempre lo ha hecho, sin túnicas y capirotes, pero con todos sus avíos, bandas de música incluidas. Porque la llegada de Asenjo a Palacio lo ha cambiado todo por completo, incluyendo este aspecto, ya que nuestro prelado no quiere ni en pintura cualquier situación que recuerde a una salida extraordinaria.

Así lo acordó con el Consejo y los hermanos mayores hace unos meses. Y de este modo se puso en práctica el Lunes Santo, cuando La Redención volvió a casa desde la Anunciación, realizando todo el trayecto a golpe de tambor. Cierto es que mientras que el misterio secundó a rajatabla la medida, escuchando sólo un par de marchas cuando ya estaba en su plaza, el palio se columpió, quizás demasiado, yendo prácticamente desde San Pedro entre sones musicales y recreándose. Quién sabe si pronto la junta de gobierno recibirá un aviso desde la plaza Virgen de los Reyes, aunque puede que los primeros efectos colaterales se hayan podido notar ya en San Gonzalo.

No en vano, la cofradía fue de vuelta a su barrio el pasado Domingo de Resurrección en absoluto silencio y con apenas cuarenta parejas de hermanos formando su cortejo. Nada que ver con la forma en la que estábamos acostumbrados hasta ahora, en loor de multitudes y como el mejor epílogo posible para unos días grandes que se nos habían pasado demasiado rápido. A partir de ahora, el único acompañamiento serán las ovaciones que dé el público a los costaleros, premiando su trabajo.

Y, como era de esperar, la medida ha generado polémica. Unos dicen que así la ciudad pierde su identidad. Otros, ven la iniciativa como justa y necesaria, poniendo fin a una dinámica en la que, en la mayoría de los casos, se premiaba con un ratito más en la calle a cofradías que se habían mojado por decisiones erróneas, protagonizando ridículos tan sonados como el de San Pablo hace dos años (recuérdalo aquí). De cualquier modo, más vale que nos vayamos acostumbrando, porque con Asenjo llevando la voz cantante, cualquier parecido cofradiero con el pasado será, simplemente, una mera coincidencia.

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