miércoles, 4 de abril de 2012

Todo para disfrutar

Casi sin darnos cuenta, hemos llegado al ecuador de la Semana Santa. Estamos a punto de iniciar la 'Triada Sacra' y que con ella se nos vaya en apenas 48 horas medio programa de mano. Pero antes de que la ciudad se llene de mantillas y trasnoche entre pasos, tenemos por delante un Miércoles Santo de cruces, misterios y barrios que comenzará con un madrugón en las inmediaciones de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Nervión, desde donde partirá rumbo a la Catedral el Señor de la Sed y una Virgen de Consolación que estrenará unas bambalinas que están a la altura de la dulzura de sus ojos azules (recuérdalo aquí).

Poco después echará a andar el kilométrico cortejo de San Bernardo, que un año más obrará el milagro de resucitar por unas horas al arrabal más torero de Sevilla, que se rendirá a las plantas del Señor de la Salud y la Virgen del Refugio. Ya a primera hora de la tarde, Omnium Sanctorum enmudecerá para asistir a cómo San Pedro niega al Cristo de la Paz, razón por la cual se deshará en llanto su Madre, la Virgen del Carmen Doloroso, cuyas lágrimas parecerán el reflejo del terciopelo azul de su palio.

A escasos metros, en San Martín, avanzará de modo imperial el impresionante misterio de La Lanzada, entre un mar de capirotes carmesí como la sangre que emana del costado del Crucificado que tallase Illanes y que tendrán como el mejor broche de oro posible a su Virgen del Buen Fin. Una advocación que también tiene aires franciscanos en esta tarde de Miércoles Santo, concretamente, los del marrón de las túnicas de los hermanos de la cofradía de la calle Alcoy, los del Señor del Buen Fin y la Virgen de la Palma.

Y a la vera de la Maestranza, en la capilla de El Baratillo, el Señor de la Misericordia parecerá dormido en las faldas de la Virgen de la Piedad, quizás contagiado por la dulzura con la que suena el palio de esa Virgen de la Caridad a la que Paco Lola le puso el apellido del Guadalquivir. Igual que en San Pedro, donde Cristo, pese a haber vivido siempre en pleno centro de la capital hispalense no lleva la contraria a quien siga pensando que es de Burgos, algo que también perdona con la mirada al cielo Madre de Dios de la Palma.

Mientras, en San Vicente, nadie echará de menos las piezas que faltan del paso del Nazareno de la Misericordia, ni de ese antiguo palio del que aún se mantiene la gloria del actual de la Virgen de la Cabeza (míralo aquí). Será el enésimo milagro del Señor de las Siete Palabras, que volverá a sonar a tradición gracias a las cornetas y los tambores de Esencia. Como a Cigarreras lo hará el Getsemaní en el misterio del Prendimiento de Los Panaderos, precediendo a una Virgen de Regla a la que no hará falta que vea ningún Papa (leelo aquí), puesto que Sevilla se basta y se sobra para mirarla.

Y así, descontando las horas al reloj, cruzaremos la mitad del camino, adentrándonos en una madrugada que servirá de preludio para aquella que tenemos marcada a fuego en nuestra memoria. Porque se acercan los días centrales de esta fiesta, teniendo como preludio este Miércoles Santo que tiene de todo, al que nada le falta. Por eso hoy, aunque la mente nos lleve a pensar inconscientemente en lo que queda, debemos disfrutar como se merece lo que se nos presenta en el ecuador de nuestra Semana Santa.

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