lunes, 2 de abril de 2012

'Vendetta' cofrade

Llevamos dos años en los que la meteorología nos ha dado sustos en Lunes Santo. En 2010, todas las que pusieron su cruz de guía en la calle terminaron mojándose, mientras que Santa Marta y San Gonzalo decidieron quedarse en casa. Por su parte, en 2011, San Pablo no quiso asumir riesgos y terminó suspendiendo su estación de penitencia al ver que el cielo amaneció tremendamente plomizo, pero, al final, el resto salió pese a que unas pocas gotas nos pusieron en alerta a media tarde. Por eso, hoy esperamos que todo vuelva a la normalidad.

En este sentido, las primeros indicios de que todo va bien deben llegar bien temprano, desde el Polígono. Allí, el Señor Cautivo y Rescatado y la Virgen del Rosario madrugarán para poner rumbo a la Catedral, a la que esperan llegar por tercera vez en su historia y sin ningún tipo de sobresaltos. Cuando ya estén en camino, otro barrio, el del Tiro de Línea, echará a andar con su cofradía de Santa Genoveva, ya sea con túnica, costal, ropa de acólito o simplemente detrás de su Cautivo todo el camino, evitando así preocupaciones a una Virgen de las Mercedes que hoy pasará por su propia avenida (recuérdalo aquí).

Y cuando el reloj marque las tres, será la hora de los misterios y los cambios. De los que moverán con la mayor de las elegancias el misterio de la Redención, cuyo verde olivo será el mejor presagio posible para una Virgen del Rocío que lejos de Almonte se tiñe de verde esperanza. Pero también será el momento de empezar a disfrutar de los 'izquierdazos' del paso del Soberano Poder de San Gonzalo, que avanzará entre un mar de capirotes blancos que cerrará con la misma tonalidad y elegancia el palio de la Virgen de la Salud.

A partir de ahí, clasicismo y luto. Como en San Andrés, donde Cristo será trasladado al sepulcro en el paso de Santa Marta, al que cuando lo ven hasta los mismísimos vencejos se callan. Pero también en la Vera+Cruz, que sólo rompe su monocromía negra con el colorido de las representaciones de otras corporaciones con la misma advocación que custodian al Crucificado más antiguo de nuestra Semana Santa, por el que llora de pena una Virgen de las Tristezas que, como cada Lunes Santo, nos evoca estampas de otro tiempo.

Mientras, en San Vicente, reflejos de carey y plata para anunciar que Cristo ha caído por primera vez y responde al nombre de Jesús de las Penas. Tras Él, sones de Tejera para acompañar a una Virgen de los Dolores que, como nosotros, eleva su mirada al cielo implorando que no se derrame sobre nuestras cabezas. Porque las únicas Aguas que queremos ver son las de la calle Dos de Mayo, las de ese misterio cuyo Cristo tiene esa advocación y en el que este año, más quizás que ningún otro, todos miraremos con más atención a la Virgen del Mayor Dolor (míralo aquí). Y, en la distancia y entre bambalinas, estará pendiente de todo esa Virgen de Guadalupe que, por más tiempo que pase, siempre seguirá siendo esa jovencita morena que en su rostro evoca aires de Triana.

El colofón vendrá desde El Museo, serpenteando en las curvas de la figura de un Señor de la Expiración al que se le escapa la vida y por el que contiene el aliento con la vista levantada toda Sevilla y su Madre de las Aguas. Porque hoy, después de tantos sustos recientes, comienza nuestra particular 'vendetta', la primera oportunidad para resarcirnos de lo que el cielo nos debe y le tenemos apuntado en nuestro cuaderno de bitácora. Todo está preparado para que así sea. Tan sólo es necesario que las nubes decidan hacer rabonas y se vayan a la playa.

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