lunes, 4 de marzo de 2013

Algo más que una visita

Este fin de semana nos ha traído consigo un reencuentro que, para muchos, ha pasado desapercibido. Se trata del protagonizado por una talla que ha regresado a la capital hispalense tras casi 71 años viviendo en el exilio, con motivo de una restauración cuyos efectos se han podido ver en la basílica de María Auxiliadora de La Trinidad. Hablamos del Señor del Gran Poder de Alicante, que fue gubiado por Antonio Castillo Lastrucci en su taller de la calle San Vicente allá por 1942 y que ahora ha pasado por las manos de una imaginera, Esperanza Fernández, para recuperar todo su esplendor.

Se trata, por tanto, de una visita efímera pero llena de simbolismo. No en vano, hablamos no sólo de la reinterpretación que hace de la devoción más arriagada de la ciudad el, probablemente, mejor autor del siglo XX, sino también una muestra de la importancia de su obra más allá de nuestra provincia. De hecho, en la zona del Levante pasa por ser uno de los escultores más aclamados, rivalizando incluso con Antonio Salzillo. Además, de este modo hemos conocido una talla que muchos sólo conocían por los libros o, en su defecto, ni siquiera sabían que existía, algo que hace aún más especial si cabe lo ocurrido durante este fin de semana.

Porque, casi sin esperarlo, hemos podido apreciar una faceta distinta de Castillo Lastrucci en la capital hispalense (sí, en cambio, en la provincia), la de los Nazarenos, con este cuyos rasgos recuerdan al Señor de la Redención, al de Soberano Poder en su Prendimiento, al de la Sagrada Presentación al Pueblo de San Benito o al de la Buena Muerte de La Hiniesta, por citar sólo unos cuantos ejemplos. Igualmente, sabemos gracias a Él qué cara le ponen en Alicante al Gran Poder, pero, sobre todo, que hay tesoros más allá del Aljarafe que muchos nos empeñamos en no querer conocer.

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