jueves, 21 de marzo de 2013

Con el alma en vilo

Estamos a las puertas de una nueva Semana Santa y, como suele ser costumbre, todas las miradas apuntan hacia el cielo. Casi no hay cofrade que no saque a relucir su faceta de meterólogo y se haga eco de unas predicciones que, al menos de momento, parece que nos tendrán pendientes de las nubes más de lo deseado. Y lo harán a partir de mañana mismo, cuando la inestabilidad y el sucesivo paso de frentes por nuestra ciudad aseguren agua durante casi toda la jornada. En este sentido, las probabilidades de chubascos se elevan al 98 por ciento, si bien es cierto que no sería descartable una tregua de unas horas bien entrada la tarde, permitiendo, incluso, la salida de alguna corporación. Todo dependerá de si los pronósticos se cumplen y las cofradías tiren de valentía.

Y la situación parece que se repetirá y, lo que es peor, empeorará el Sábado de Pasión, cuando los porcentajes de chubascos se mantendrán casi invariables, en el 97 por ciento, y apenas se espera mejoría alguna. A partir de ahí, los modelos no se ponen de acuerdo, tanto por la inestabilidad reinante como porque todo dependerá de cómo vayan evolucionando las nubes y los vientos durante la última jornada de Vísperas. En función de ello, el Domingo de Ramos será de una manera o de otra. Quizás, lo más previsible es que la inestabilidad sea la protagonista durante la primera mitad del día, con unas opciones del 80 por ciento de agua, dándonos cuartelillo a partir de media tarde, cuando los chubascos remitirían. No obstante, esta podría llegar antes si el frente que heredaríamos de la tarde anterior pasase con mayor celeridad y perdiésemos su cola de vista por la mañana.

Ya el Lunes Santo, y teniendo en cuenta los condicionantes anteriormente enunciados, los pronósticos, menos fiables por aquello de que se hacen a cuatro días vista, nos reflejan casi el mismo panorama, igual que el Martes Santo, que prácticamente calcaría los modelos, y el Miércoles Santo, momento a partir del cual la situación, a priori, comenzaría a mejorar con el paso de las horas. Así las cosas, habrá que encomendarse al carácter cambiante de la primavera que ayer estrenamos para no tener que estar pendientes de cabildos, sino de dónde vamos a ver cada cofradía. Lo que sí está claro es que, hasta que no veamos el desenlace, vamos a seguir, otro año más, con el alma en vilo por culpa de las nubes.

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