viernes, 22 de marzo de 2013

El final de la cuenta atrás

Señoras y señores, damas y caballeros, pasen y pónganse cómodos porque aunque oficialmente nos queden dos días más para estrenar una nueva Semana Santa, los barrios se encargarán hoy mismo de dictaminar lo contrario abriendo de par en par las puertas a unas Vísperas que, como ya es norma no escrita en la capital hispalense, nos traerá los primeros nazarenos de 2013. Y también las primeras tentativas para obtener el don de la ubicuidad, esa que a buen seguro nos gustaría poseer a todos según avance la tarde y veamos que casi es imposible ver todo lo que tendremos por las calles gritando a los cuatro vientos que los días grandes ya están aquí.

Así lo harán el Señor de la Salud y Clemencia y la Virgen de la Divina Gracia en Padre Pío-Palmete, con ganas de resarcirse de lo ocurrido el año pasado, cuando la meteorología impidió su salida y les dejó no sólo sin llenar de ambiente cofrade su feligresía, sino también sin visitar en estación de penitencia a los titulares de El Cerro. Lo mismo ocurrirá en Heliópolis con La Misión, que como viene siendo habitual volverá a despertar varias preguntas a su paso: ¿abandonará la corporación pronto las Vísperas? ¿será una de sus últimas salidas desde el Claret? ¿y con sólo el misterio, sin palio? Sea como fuere, las ganas de disfrutar de ella serán las mismas de siempre o incluso más, por aquello de que no la vemos a cielo abierto desde 2011.

Sí que lo hicimos, en cambio, el año pasado con el Jesús de Nazareth y la Virgen del Amor en Pino Montano, que nos regalaron túnicas y capirotes hasta que el cielo se derramó sobre nuestras cabezas. Por eso esta tarde compartirán nuestro deseo de que el único agua que veamos sea el que baja por las mejillas de sus vecinos en este día grande que para ellos es el más grande de cuantos tiene el calendario. Y lo mismo en Bellavista, donde el Getsemaní volverá a echar raíces para presenciar la detención del Señor de la Salud y Remedios, evitando que desde su palio la Virgen del Dulce Nombre contemple la escena, aunque sus lágrimas delaten que ya sabe lo que ocurre, pese a que los suyos se conviertan en el mejor paño de lágrimas que pueda ahogar su pena, queriendo verla Coronada.

Mientras, Triana quedará muda, absorta en sones de música de capilla y pendiente del crucificado de Pasión y Muerte, que llenará la orilla más marinera de la ciudad de la solemnidad del ruán negro. Del mismo material, pero morado, quedará impregnado el centro, junto al Señor de la Corona, al que las obras de la Puerta del Perdón le permitirá, aunque de manera testimonial, hacer realidad su anhelo de pisar la Catedral ¿será un preludio de lo que podría pasar algún día en el futuro con total regularidad? El tiempo se encargará de decidirlo.

Y en el camino tendrá oportunidad de asistir al estreno de Bendición y Esperanza del Polígono Sur como agrupación parroquial, en unas Vísperas en las que la lluvia no le permitieron debutar hace un año, pero a las que ha llegado para quedarse. Casi al mismo tiempo, Dios cargará con la cruz y derramará sus Lágrimas en Pío XII y exhibirá una muerte dormida en la figura del Señor de la Humillación de San Pablo. Ambos, sin necesidad de nazarenos, pero con el mismo respeto y cariño que si los tuvieran, demostrando que la tradición se revisa en Sevilla cada día, regenerándose en puntos que siguen mirando al futuro. 

Como también lo hacen en El Juncal, donde una vez más saldrá en Vía Crucis un Señor Cautivo que ya tiene paso y banda, aunque esta hoy no le acompañe, y que más pronto que tarde se sumará de lleno a esta nómina de procesiones con todos sus avíos. Quizás para entonces su homónimo de la parroquia de las Flores, al que se le ha dado un nuevo empujón este año cambiando las andas por la parihuela, siga el mismo camino, aunque, por ahora, sea elucubrar demasiado. Igual que en la parroquia del Perdón, a caballo entre San Pablo y Nervión, de donde saldrá sin nada más que sus fieles, el Señor del Perdón, obra póstuma de Castillo Lastrucci.

Entre tanto, será tarde de preparativos y cultos externos en hermandades que miran, como todos, a la Semana Santa. De este modo, el Señor de la Sed recordará a hombros de sus fieles sus años en las Vísperas, cuando no salía de Nervión, mientras el de la Vera+Cruz bendecirá las inmediaciones de su capilla antes de pasar a presidir su paso, algo que también hará, aunque sin salir de su parroquia, el Cristo de las Tres Caídas de San Isidoro, mientras la bulla y el incienso toman la voz cantante entre pasos por los barrios. Porque quedan todavía dos dígitos más por caer, pero, para muchos, la cuenta atrás por fin ha terminado.

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