lunes, 20 de mayo de 2013

Pentecostés

La jornada de hoy es de esas que se confunden con la que la precede sin solución de continuidad, como si fueran una misma cosa, indisoluble. Muchos ni siquiera habrán dormido mientras la luna ha estado asomado a su balcón alumbrando, tenuemente, a una marisma que brilla hoy más que el sol. Una madrugada distinta, de vigilia, nervios y sentimientos a flor de piel a la vera de una ermita de paredes blancas encaladas desde la que saldrá a pasearse en loor de multitudes, devolviéndole la visita a sus miles de peregrinos, la Virgen del Rocío, esa cuya devoción no entiende de fronteras ni límites temporales.

Porque no serán pocos los que estén acompañándola en su procesión ya sea 'in situ' o desde casa, esperando desde el sofá que la televisión les haga llegar ese momento tan especial del salto de la reja, cuando su gente ya no puede esperar más para verla procesionar conmemorando, un año más, la venida del Espíritu Santo a los Apóstoles. Todos, compartiendo sensaciones y emociones que se irán derramando hasta bien entrada la mañana cuando la 'Blanca Paloma' entre de nuevo en su casa y los contadores vuelvan a su punto de origen esperando un nuevo Rocío, conscientes de que, al menos, quedará el consuelo que en agosto volverá a pasearse por su Aldea con motivo del Año de la Fe (recuérdalo aquí).

Aunque eso parecerá estar demasiado lejos cuando el sol se refleje en sus varales de plata mientras sus fieles la pierden de vista pensando que habrá que emprender de nuevo el camino, pero ya no con la ilusión de disfrutar una vez más de Ella, sino de regresar a la normalidad. Será el precio a pagar por un nuevo Lunes de Pentecostés tan igual y tan diferente como siempre, donde la tradición, la devoción y el folclore se dan la mano para agasajar como se merece a la 'Reina de las Marismas', la misma que hace que este fin de semana acabe con un prólogo en el que se confunde el final de una línea del calendario con la siguiente, donde, más que nunca, la noche se confunda con el día. Esa magia que llaman Rocío y que echó hace tantísimo tiempo sus raíces en Andalucía.

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