martes, 21 de mayo de 2013

Quién te ha visto y quién te ve

Cuando a cualquier cofrade se le recuerda la figura de Antonio Rodrigo Torrijos se le suele torcer el gesto. De hecho, durante su época como principal socio de gobierno en el Ayuntamiento de Alfredo Sánchez Monteseirín destapó todo un arsenal anticapillita que cristalizó en problemas para la ocupación del polígono Arte Sacro (recuérdalo aquí), poner en el aire la continuidad de Las Cigarreras y sus bandas en sus respectivas sedes (míralo aquí y aquí), la lentitud de las obras de Santa Catalina (léelo aquí). Incluso, llegó a apoyar al Ayuntamiento a pedir la final de Copa de 2010, que se celebraba un Miércoles Santo con el consecuente problema de seguridad que esta representaría para la jornada (lo puedes ver aquí).

Pues bien, según los últimos acontecimientos, parece ser que este buen hombre ha sufrido una transformación similar a la de Saulo de Tarso (conocido después por todos como San Pablo), dejando de ser el azote cofrade hispalense para optar por posiciones mucho más amistosas. Basta para ello tener en cuenta que la pasada semana no dudó en pedir públicamente la Medalla de Oro de la Ciudad para la hermandad de Torreblanca, de la que destacó la labor social que lleva desarrollando en su barrio desde hace décadas. Cierto es que esta postura está muy en consonancia con los valores que debería defender una formación como Izquierda Unida, a la que pertenece, pero llama la atención que otras también lo hayan hecho de un modo u otro, como Las Cigarreras por ejemplo, y él no dudase en darles palos sin miramientos. Entonces, ¿en qué quedamos?

Obviamente, la decana de las penitenciales de Vísperas se merecería este reconocimiento, sin ninguna duda, ya que desarrolla su acción social sin buscar los focos, sino con la intención de ayudar a quienes más lo necesitan. Y, por tanto, la petición resulta absolutamente acertada, pero, ¿de verdad parte de Torrijos como algo que piensa o es una artimaña para lograr votos en un barrio obrero? ¿se ha reconducido o sólo es un gesto de cara a la galería? El tiempo se encargará de despejar estas dudas en relación a alguien que hasta ahora sólo daba disgustos al mundo de las cofradías y que, de pronto, sorprendentemente, hasta pide medallas para ellas. Quién sabe, igual cuando lo echaron de su despacho en el Ayuntamiento tropezó, vio la luz y ya no le dan hurticaria los altares.

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