martes, 4 de junio de 2013

Encubriendo el derecho a veto

Después de muchísima polémica, el Consejo de Hermandades y Cofradías por fin tiene nuevos estatutos. Estos fueron aprobados a lo largo de la pasada semana y, como era previsible, uno de sus puntos más comentados es el modo en el que desde Palacio se piensa controlar a la figura del pregonero. Sobre todo, porque el Arzobispado no tendrá un derecho a veto explícito sobre los candidatos (recuérdalo aquí), pero sí implícito, a través de un enrevesado proceso que, como resultado, hará que nadie aspire al atril del Maestranza sin el beneplácito de Asenjo y sus 'ad láteres'.

Y es que para entrar en la terna de futuribles se tendrá que contar con un certificado de idoneidad que se emitirá a juicio del delegado diocesano. Este se hará en función a parámetros como "la vida familiar, social y personal del candidato, su vocación apostólica o su identificación con la doctrina moral y católica de la Iglesia". Después, serán las secciones, tanto la penitencial como la de Gloria, las que tendrán la última palabra, aunque contando ya de entrada con que quien salga elegido contará con el respaldo de Virgen de los Reyes, que de este modo se asegura de que nada quede expuesto al capricho del azar.

Es decir, que a tenor del nuevo texto, será fundamental tener el aval de ser un hombre de fe para anunciarle a la ciudad la llegada de sus días grandes, aunque, pese a todo, cofradías y curia vayan por caminos paralelos y con escasas intenciones de que se entrelacen. O, lo que es lo mismo, se quiere dar una función pastoral a un acto que, tradicionalmente, ha estado vinculado más al carácter emotivo y etnográfico de esta fiesta que al puramente religioso. Todo porque Asenjo piensa que el hábito hace al monje y qué mejor que asegurarse de que quien llegue al Maestranza sea de su gusto, sin pensar en tradiciones o la calidad de los oradores, sólo en cómo encubrir su derecho a veto.

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