miércoles, 12 de junio de 2013

No llegó la sangre al río

La semana pasada encontró solución un problema que tenía en vilo a los hermanos de La Esperanza de Triana, el de la finalización de los trabajos del retablo del Señor de las Tres Caídas (recuérdalo aquí). Una situación cuanto menos rocambolesca y que se ha saldado con un acuerdo amistoso entre la corporación de la calle Pureza y el taller encargado de su diseño y colocación, el de Guzmán Bejarano. Todo después de que hubiese requerimientos judiciales y mucha polémica, demasiada, de por medio, haciendo que, por momentos un proyecto tan ansiado por la cofradía diese más quebraderos de cabeza de lo deseado.

Aunque, al final, la solución haya llegado casi con un simple apretón de manos, salvando así una situación que se había enquistado por unos precios y plusvalías que desde el punto de vista de los artesanos se tenían que pagar y que desde la Capilla de los Marineros se decía que iban incluidos en el contrato. Sea como fuere, se ha alcanzado un acuerdo para que los trabajos acaben, como muy tarde, en la primera quincena de septiembre, momento en el que la hermandad haría entrega de un último pago para solventar los sobreprecios que han experimentado los materiales desde el encargo hasta su ejecución.

Y como muestra de ese entendimiento, los herederos de Guzmán Bejarano ya han anunciado que el altar estará acabado este mismo mes, poniendo fin así a una espera que, entre unas cosas y otras, se ha dilatado muchos meses más de lo previsto en el tiempo. Se pone de este modo el punto final a una pequeña pesadilla que ha tenido en jaque uno de los proyectos más importantes que han tenido lugar en la 'Casa Grande' de la calle Pureza y que, de una vez por todas, terminará llegando a buen puerto, enmarcando al Señor de las Tres Caídas en su templo en una obra que está a la altura de lo que se merece.

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