viernes, 14 de junio de 2013

Restauraciones y anhelos

En Los Estudiantes se viven tiempos de restauraciones. Por un lado, de su Dolorosa, la Virgen de la Angustia, que desde algunas fechas se encuentra en Bellas Artes junto al profesor Arquillo (recuérdalo aquí). Por otro, se ha conocido hace muy poco que el paso del Señor de la Buena Muerte pasará también por el taller para recuperar todo su esplendor, una situación que ha hecho que los más nostálgicos evoquen un proyecto que quedó para siempre dormido en el humo de los tiempos, el que salió de la imaginación de Joaquín Castilla para una de las obras maestras de Juan de Mesa.

Y es que el actual paso del Cristo fue concebido allá por 1926 como provisional para el mismo, pensando que en un futuro no muy lejano se podría sustituir por otro. Todo se debió a los problemas derivados de los primeros años de la corporación y su escasez de recursos, que les hizo optar por esta alternativa simple y sobria que, pese a todo, ha inspirado a muchísimas otras obras similares en Sevilla y provincia. Sea como fuere, en 1947, y al rebufo del proyecto del palio de la Virgen de la Angustia, llegó a la hermandad una idea para renovar el trono del Señor. Se trataba  una pieza de características similares a la del paso de su Madre, combinando la plata y el oro, evocando de paso el colosal paso que Cayetano González hizo para Pasión.

Sin embargo, y pese a lo atractivo que resultaba aquel modelo, este no se llevó a la práctica por el tiempo y dinero que costaría, además de que, para qué negarlo, el actual trono se había convertido en santo y seña para la hermandad. No obstante, hay quienes siguen soñando con verlo más allá de su imaginación, utilizando incluso la restauración que se va a acometer ahora sobre el actual como la excusa perfecta para, entre líneas, recordar que hubo otro sobre la mesa, su valor y el resultado tan espectacular que tendría. Un anhelo que algunos ni conocen y que otros tienen grabado a fuego en su pecho. Dos maneras bien distintas de querer enmarcar esa obra maestra de Juan de Mesa que es el Señor de la Buena Muerte, el mismo que tras siglos en la ciudad comenzaron a poner verdaderamente en valor nuestros abuelos.

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