La hermandad de La Amargura, como la mayoría de las corporaciones hispalenses, se encuentra muy pendiente del estado de su sede canónica. Por este motivo, la penúltima del Domingo de Ramos está llevando a cabo concienzudos estudios sobre el estado del templo, incluyendo catas que dictaminarán si se tienen que llevar a cabo intervenciones que mejoren cómo está. Y, de momento, parece que no hay razones para alarmarse, puesto que la iglesia, edificada en el último cuarto del siglo XV, se encuentra en una situación en la que no se aprecia "peligro inminente".
Al menos, esa es la conclusión a la que han llegado los expertos que han analizado los resultados de las catas, si bien han recomendado una serie de reformas que eviten problemas mayores. En este sentido, la actuación más importante consistiría en reforzar el apoyo del artesonado en los muros del edificio mediante la colocación de un cinturón de vigas de acero u hormigón, algo que, en cualquier caso, no traería consigo que el funcionamiento normal de la iglesia se viese afectado por ello, puesto que sería absolutamente compatible con las obras.
Sea como fuere, la mejor noticia de todas es que este templo que fue levantado por San Fernando allá por 1478 sobre el terreno que ocupaba una antigua mezquita se encuentra en mejores condiciones de lo que se esperaba por su antigüedad, algo que, visto lo visto, no solo da tranquilidad a la hermandad de La Amargura, sino a toda Sevilla entera, que ve cómo parte de su patrimonio se sigue conservando a la perfección. De hecho, apenas tendrá que hacer frente a pequeños achaques que, pese a todo, no llegan a la altura de enfermedad y que ni siquiera le impedirán que continúe desarrollar su vida normal.
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