martes, 26 de octubre de 2010

La Esperanza de Manila

Dicen que la fe no entiende de fronteras ni de advocaciones y parece que esta máxima es absolutamente cierta. Sobre todo, atendiendo a lo sucedido hace unos días a miles de kilómetros de distancia de la calle Pureza, en la Catedral de Manila, en Filipinas, donde centenares de fieles quedaron enamorados perdidamente de la Esperanza de Triana. Lo hicieron a través del busto de Ella que preside desde hace meses el Galeón Andalucía en la Expo de Shanghai.

Y es que la cúpula eclesiástica del citado país asiático decidió que la talla presidiese una misa en honor a la Marina en el templo mayor de la capital filipina. Durante el acto, todas las miradas se centraron en la réplica de la Reina de Triana, acudiendo a su encuentro nada más terminar los oficios. Así, la Esperanza se vio arropada por numerosos devotos que, sin conocer lo que es una Madrugá ni su puente ni el Altozano, corrieron presurosos para tocarla y besarla, haciéndole llegar miles de plegarias.

Así, la instantánea parecía, salvando las distancias, propia de una mañana de Jueves Santo, sin palio ni candelero, pero con un derroche de devoción digno de mención. Quien sabe si algunos de los que descubrieron a la Señora de Pureza viajarán a Sevilla para poder verla en su salsa y de cuerpo entero. Porque la fe mueve montañas, y hace unos días trasladó a Manila, gran parte de la magia que reside desde hace siglos en la calle larga de Triana.

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