jueves, 17 de marzo de 2011

A una hoja del calendario

Ese es el tiempo que nos separa del día más grande de cuantos pare Sevilla cada año, de esa mañana en la que hasta el aire diferente, de esa mañana de palmas y visitas a iglesias, de almuerzos en torno a la rampa del Salvador, de paseos por el parque de María Luisa en busca de una cofradía... porque hoy, ya no quedan más días 17 por delante que el del mes de abril, ese que tiene nombre y apellidos en esta ciudad, que cayendo en domingo es más fiesta que nunca... el final del principio, el principio del final...

En 31 días ya estará aquí, tras hacerse de rogar muchísimo más de lo deseado. Y lo recibiremos como un niño que estrena zapatos nuevos, porque así lo exigirá. Como cada año, porque tiene la magia de ser siempre el mismo, aunque nunca sea igual. Y lo recibirá con los brazos abiertos El Porvenir, Molviedro, la Puerta de Córdoba, Triana, la Ronda, la calle Sol, el centro.... toda la ciudad. Mientras las Vísperas ya son sólo un simple recuerdo que se nos escapó como el agua entre los dedos, sabiendo que, en tan sólo unas horas, y como quien no quiere la cosa, volverá a pasarnos lo mismo con un día que, a diferencia de los otros, no es uno más.

Porque sus horas las marca un programa de mano, con una batería de tambores redoblando por segundero y sones de corneta para las horas en punto, entre ratos de espera sentado en bordillos, en ese momento en el que la ciudad mete riñones para subir al Cielo ataviada con su faja y su costal. Y es que queda sólo que caiga una hoja del calendario para que Sevilla huela a incienso y azahar, para que explote definitivamente una primavera que estamos a poco menos de una semana para inaugurar, para llegar al final de un camino que empezamos a andar hace más de un año. Porque hoy es 17 de marzo y dentro de un mes, Domingo de Ramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario