martes, 22 de marzo de 2011

Como si no se hubiesen ido nunca

Tras varios años andando por el desierto, con un banderín sin más insignia que un terciopelo morado y viviendo la Madrugá desde fuera, viendo como otra agrupación agasajaba con sus sones al Cristo de sus amores, la agrupación musical de Los Gitanos por fin volvieron a casa. De hecho, era algo que ya sabíamos desde hace tiempo (recuérdalo aquí), pero hasta el pasado viernes no tuvo lugar la puesta de largo de la sección musical de la corporación de la Madrugá, que tuvo lugar con un concierto en el santuario del Valle.

Allí, los más pequeños, los integrantes de la juvenil de la Virgen de las Angustias Coronada, sirvieron de avanzadilla, con tres marchas que preludiaron el retorno de los mayores a una hermandad que siempre sintieron como suya pese a los caprichos de una junta de gobierno. Así, estrenando uniforme, como requería la ocasión, volvieron a agasajar al 'Manué' con marchas como La Saeta, Nazareno y Gitano, Consuelo Gitano, Mi Cristo de Bonce... que sonaron a gloria bendita bajo la atenta dirección de un Pedro Manuel Pacheco que también vivió su particular estreno.

De este modo, y tras miles de polémicas, las aguas volvieron por fin a su cauce, a la espera de una Madrugá en la que habrá quien eche de menos a Virgen de los Reyes, pero que sonará más gitana que nunca, recuperando una estampa que jamás debería haberse perdido, la de un Señor de la Salud acompañado por los suyos, rezándole con música más allá de las bulerías y el flamenco con el que amenizan su espera muchos de sus devotos; con las notas que saldrán de los instrumentos de una agrupación musical que ha vuelto como si no se hubiese marchado nunca.

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