jueves, 14 de julio de 2011

Por siempre jamás

La devoción no conoce de límites espaciales o temporales. Es tan universal y tan eterno como el mundo mismo, sobre todo aquí en Sevilla, donde el amor por los titulares de las hermandades está presente en cualquier ámbito de la vida, incluso más allá de la muerte. De hecho, basta con darse una pequeña vuelta por el cementerio de San Fernando para ver como la inmensa mayoría de las lápidas lucen a algún Cristo o Virgen de la ciudad, siendo las imágenes de la Macarena, la Esperanza de Triana, el Gran Poder y el Cachorro los más recurrentes. Y es que ni siquiera en el paso al otro mundo uno se olvida de aquellos a los que se ha encomendado siempre.

En este sentido, en Los Gitanos, muy pronto no habrá que ir al campo santo para hace apología del Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias tras abandonar la vida terrena, puesto que los hermanos que así lo deseen no tendrán por qué separarse jamás de ellos. Sólo será necesario solicitar un 'lóculis' en el columbario que la corporación construirá en la cripta de su santuario y que, en menos de dos semanas, ha recibido más de 250 peticiones (ya sea en la propia secretaría o a través del mail secretaria@hermandaddelosgitanos.com), lo que da buena cuenta del éxito de la iniciativa, que será sufragada íntegramente por los donativos de los miembros de la cofradía que quieran que sus cenizas reposen allí.

Así, una de las hermandades más errantes, históricamente hablando, de nuestra Semana Santa es curiosamente una de las primeras en facilitar a sus devotos la posibilidad de estar toda la eternidad junto al Señor y la Virgen que pusieron cara y cuerpo a Dios y su Madre aquí en la tierra. Porque en Sevilla la fe no entiende de finales, ni siquiera del de la propia vida, puesto que se perpetua más allá de ella. Por algo ha llegado intacta hasta nuestros días. Y es que, como en los cuentos, la devoción hispalense se prolonga por siempre jamás.

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