miércoles, 2 de noviembre de 2011

El genio que la guerra nos robó

Cuando se hace referencia a los efectos colaterales que tuvo el alzamiento militar del 18 julio de 1.936 en la Semana Santa de Sevilla, siempre se suele hacer alusión a la quema de iglesias e imágenes que dejaron sin gran parte de su patrimonio a decenas de hermandades (ya hablamos de ello aquí). Sin embargo, durante la contienda civil y fraticida que se desarrolló en nuestro país a partir de ese día, el mundo de las cofradías perdió algo más, a un personaje que dejó su impronta para siempre en el mundo de las marchas y que nos dejó con tan sólo 46 años víctima de la sinrazón y la barbarie.

Se trata de Manuel Font de Anta, uno de los compositores más importantes de la música procesional y al que le debemos la que, presumiblemente, sea la banda sonora oficial de los días grandes, la marcha 'Amarguras', que en 1.918 marcó un antes y un después en el mundo de las marchas. Además, fue el creador de otras obras como 'Soleá dame la mano', 'La Caridad' o 'Camino del Calvario', todas de una calidad innegable y que sirvieron para demostrar que era mucho más que el hijo del fundador de la Municipal de la ciudad. No en vano, aprendió a dar forma a su música de la mano de un genio como Joaquín Turina, así como también gracias a los maestros de capilla de la Catedral Vicente Ripollés y Eduardo Torres, razón de más para que reconocidas artistas de la época como Pastora Imperio o La Argentinita requiriesen sus servicios.

Tal fue su fama en el mundo de la música que el pasodoble oficial de la Exposición Iberoaméricana de 1.929 salió de sus pentagramas, como también la pieza 'Rapsodia Americana', también destinada al mismo evento. De igual modo, rindió tributo al Gran Poder con un oratorio al que los hermanos Quintero le pusieron letra y que, probablemente, el Señor de Sevilla le recordaría cuando lo vio aparecer por el Cielo el 20 de noviembre de hace 75 años, después de que unos brigadistas republicanos lo fusilaran en Madrid.

A partir de entonces, nos quedamos sin saber qué más podría haber aportado al mundo de la música y, en especial, al de la Semana Santa. Nos quedaron sus obras y el nacimiento de su propio mito, ese que sirve como referente de cómo debe ser una verdadera marcha y de espejo en el que mirarse para cualquier compositor. Quizás por ello, Sevilla TV y su heredera natural TeleSevilla dieron su nombre al certamen anual para jóvenes creadores, rendiendo así pleitesía a una de las pérdidas más importantes que en clave cofrade nos causó la guerra. Porque las tallas, los templos y los ajuares, pese a que muchos se nieguen a aceptarlo, siempre se pueden sustituir, pero sólo muy de cuando en cuando nace un genio como Font de Anta.

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