viernes, 28 de mayo de 2010

45 años de la basílica de San Lorenzo

Hace justo 45 años, coincidiendo con los primeros minutos del día 28 de mayo, la hermandad de El Gran Poder dejaba para siempre la parroquia de San Lorenzo para residir en su propio templo. Fue el colofón de un día de la Ascensión que se celebró por todo lo alto en la ciudad, con la salida tanto del Señor de Sevilla como de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso en sus respectivos pasos rumbo a la Catedral. Curiosamente, el palio fue acompañado musicalmente por primera vez en la historia. Por la tarde, ambos regresaron a la plaza en la que llevaban viviendo desde 1703, aunque con un destino distinto.

En aquella ocasión, la puerta de San Lorenzo volvió a estar abierta, pero sólo para reverenciar el paso de la cofradía que entró en un nuevo templo edificado justo al lado y que sería consagrado el día siguiente bajo la advocación del Señor del Gran Poder. A partir de ahí, tanto la parroquia como el resto de Sevilla hubo de acostumbrarse a la nueva residencia de la corporación de la Madrugá, así como a que su sitio de siempre lo ocupase, tres años más tarde, la hermandad de La Bofetá.

Hoy, 45 años después aquella iglesia cuya estructura estaba inspirada en la del Panteón de Roma es , un poco más moderna y con algún que otro retoque, santo y seña de la cofradía, que allí vivió cómo se le dio Carta de Hermandad a Santa Genoveva (antes de que se cumpliera el mes de la 'mudanza'), la elección del Señor para presidir en dos ocasiones el Vía Crucis del Consejo (1979 y 1987), las salidas del palio sin el San Juan (1985 y 1986), la beatificación de Marcelo Espínola (1987), varias restauraciones de sus titulares, la concesión de la medalla de oro de la ciudad al Cristo (1995) y, sobre todo, la consideración como Basílica Menor por Juan Pablo II en 1992.

Éso por no hablar del sinfin de emociones y vivencias de las que habrán sido testigos sus muros, que llevan prácticamente una vida custiodiando al Gran Poder, salvo durante los 7 meses, de abril a noviembre, que pasó en 2008 en el convento de Santa Rosalía por obras. Y es que lo que hace 45 años fue una auténtica novedad, hoy es parte de la tradición. Porque el año 1965 nos dejó una imagen para la posteridad, la de la entrada del Señor de Sevilla en su propia casa. Aunque, quizás, lo más sensato sería decir que su casa ha sido, es y será siempre la ciudad, y que en su basílica sólo 'para' a descansar.


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