lunes, 24 de mayo de 2010

Todos los caminos llevan a Almonte

Para muchos es uno de los momentos más importantes del año, grabado a fuego en el calendario. Para otros, una fecha más, en la que el folklore se disfraza de religiosidad en torno al palio de una Virgen que procesiona por una aldea. Pero, con independencia de las consideraciones que cada cual haga sobre el Rocío, lo cierto es que hoy, como cada Lunes de Pentecostés, todo el mundo cofrade mira hacia Almonte.

Allí, desde que el reloj marcó la medianoche, la ermita de la Blanca Paloma se convirtió en el principal foco de atención. Primero, con un Rosario en el que participan todas las hermandades que se han desplazado a las marismas para vivir 'in situ' la romería. Después, y tras horas de espera delante de una reja, con una procesión en la que la Virgen del Rocío volvió a ser paseada por los suyos por los terrenos donde, siglos atrás, se le apareció a aquel pastor al que le pidió quedarse a vivir allí para siempre.

A partir de ahí, más de 12 horas de fervor, de salvas y salves a una Virgen capaz de robar el corazón tanto a almonteños como a foráneos. Como siempre, miles de intentos por tocar su manto, por rozar su palio. Una vez más, las bullas por doquier, los empujones por respirar el reflejo del aire en el paso. Así, hasta que al filo del mediodía, todo pertenezca ya al recuerdo, haciendo que todo lo vivido en las últimas horas sea casi como un sueño que se diluye al despertar. Será entonces cuando se inicie un nuevo camino, ése que lleve a los romeros a sus puntos de partida, ya sin la Aldea como meta pero todavía con el regusto en los labios de un nuevo Rocío, ése que hasta dentro de unas horas podrá vivirse todavía en Almonte.

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