domingo, 2 de mayo de 2010

La historia de nunca acabar

Dicen muchos que la pasión de Sevilla por las procesiones resulta desmedida. Incluso, algunos llegan a decir, a modo de queja, que aquí siempre hay algo, que ésto de los pasos nunca se acaba. Y lo cierto es que algo de razón llevan, sobre todo en momentos como los que estamos viviendo este fin de semana, en el que la ciudad rezuma ambiente cofrade por todos sus poros, fundiendo el pasado con el presente y el futuro.

De hecho, basta con echar una mirada al calendario para caer en la cuenta de que hace justo un mes vivíamos un espléndido Viernes Santo al que le precedió una Madrugá prácticamente perfecta. Por si fuera poco, desde anoche vivimos las Glorias, que ya en la tarde del viernes nos anticipó la Virgen del Carmen de San Gil y ayer San José Obrero, algo que hoy, a partir de las 19.30 horas, disfrutaremos de manera plena con el retorno de la titular carmelita a su iglesia.

Pero, por si fuera poco, desde el viernes estamos viendo ya las primeras Cruces de Mayo de este 2010 e, incluso, hemos asistido a la primera salida de 'ilegales' con la Virgen del Amor del barrio de La Romería. Del mismo modo, las hermandades del Rocío ya han comenzado sus cultos preparatorios para hacer el camino. Y, 'por rizar el rizo', en la Plaza de San Francisco, desde hace unos días, ya están montando las portadas del Corpus Christi, que en esta ocasión estarán dedicadas a la hermandad de La Estrella por su 450 aniversario.

Sin duda, en pocos momentos como en éste se puede ver tan claro que pese a que digan que 'la vida es una semana', aquí hay pasos por las calles todo el año, a excepción del tramo que va entre el 22 de diciembre, cuando la Virgen del Rocío cierre las Glorias, y la Cuaresma, cuando los Vía Crucis y cultos externos volverán a pasear imágenes por las calles. Con tales datos, ¿hay quienes todavía no entienden que haya gente que no seamos capaces de imaginar Sevilla sin procesiones? Y es que ambas son sinónimas, dando lugar a una historia cuyo punto de inicio sí puede encontrarse en el tiempo, pero no su final, puesto que se trata de una relación de amor entre ambas partes que, por suerte para nosotros, jamás podrá acabar.

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